Los Antecedentes del Diseño de Experiencias
El diseño de experiencias, conocido también como experiencia del usuario (UX, por sus siglas en inglés), ha evolucionado significativamente desde que Donald Norman acuñó el término en 1993 mientras trabajaba para Apple. A mediados de la década de 1990, muchas empresas de tecnología comenzaron a utilizar este término como un diferenciador clave de sus productos. Esta evolución ha sido influenciada por una comprensión más profunda de cómo los usuarios interactúan con los productos y servicios, y cómo estas interacciones pueden mejorarse a través del diseño.
El Legado de Donald Norman
Donald Norman es una figura central en el campo del diseño de experiencias. Su libro, "The Design of Everyday Things" (El diseño de las cosas de todos los días), publicado en 1988, se ha convertido en un clásico del diseño. En este libro, Norman explora los principios generales del diseño aplicados a los artículos que usamos diariamente, como interruptores, llaves de grifos, teteras, teléfonos, bañeras, televisores y puertas. Norman destaca cómo las personas se relacionan con estos objetos y cómo un buen diseño puede facilitar su uso.
Norman reconoce que algunos artículos son inherentemente complejos y requieren instrucciones. Sin embargo, aclara que si tienen un buen diseño, la persona que los use necesitará que le enseñen solo una vez cómo maniobrarlos. Esto refleja su creencia de que "el diseño es realmente un acto de comunicación, lo que implica tener una comprensión profunda de la persona con quién el diseñador se está comunicando". Además, Norman señala que "un buen diseño es más difícil de detectar que uno malo, porque se ajusta tan bien a nuestras necesidades que se vuelve invisible".
La Importancia del Diseño Emocional
Además de su trabajo en usabilidad y diseño funcional, Donald Norman también ha explorado profundamente el diseño emocional. Argumenta que nuestras emociones juegan un papel crucial en cómo valoramos y utilizamos los productos. Según Norman, existen tres niveles de emociones que influyen en nuestra interacción con los objetos:
· Visceral: Este es el nivel más automático e instintivo, basado en nuestras preferencias innatas, como el gusto por lo dulce o lo salado.
· Comportamiento: Este nivel se centra en cómo utilizamos algo, cómo aprendemos a entenderlo y si podemos predecir su funcionamiento. Se trata de la facilidad de uso y la satisfacción derivada dela interacción.
· Reflectivo: Este es el nivel más consciente, donde recordamos nuestras experiencias y reflexionamos sobre si nos gustaron o no. Es el nivel en el que asignamos valor y significado a nuestras interacciones.
Norman enfatiza que las emociones comprenden un sistema muy poderoso en el cuerpo y que actuar de manera emocional no es lo opuesto a actuar de manera inteligente .De hecho, la inteligencia emocional es fundamental en nuestras interacciones con los objetos. Los objetos que más valoramos son aquellos con historias, aquellos con los que desarrollamos una relación de apego. Por ejemplo, una taza de té favorita puede ser especial no solo por su función, sino también por la historia y las emociones asociadas a ella.
Balance entre Funcionalidad y Emoción
El diseño de experiencias exitoso requiere un equilibrio entre funcionalidad y emoción. Algunos productos deben ser altamente funcionales y eficientes, mientras que otros deben ser cálidos, cariñosos y llenos de emoción. Norman ha escrito extensamente sobre ambos aspectos del diseño, destacando que necesitamos considerar tanto el enfoque afectivo y emocional como el de comportamiento del usuario al interactuar con un producto u objeto.
En palabras de Lilian Glez., "es importante analizar el enfoque afectivo ,emocional y de comportamiento del usuario al interactuar con un producto o un objeto". Este enfoque holístico asegura que los diseñadores no solo resuelvan problemas funcionales, sino que también creen productos que resonarán emocionalmente con los usuarios, creando así experiencias memorables y significativas.
En conclusión, el diseño de experiencias ha recorrido un largo camino desde que Donald Norman introdujo el concepto. Hoy en día, los diseñadores deben considerar tanto la funcionalidad como las emociones para crear productos que no solo sean útiles, sino que también sean apreciados y valorados por los usuarios. Este equilibrio es fundamental para el éxito en el campo del diseño de experiencias.
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