El arte de conversar
Las reglas para los intercambios verbales son sorprendentemente duraderas.
El propósito de tratar el fabuloso tema de “El Arte de la Conversación” es conocer a los grandes conversadores de la historia así como aprender a conversar con amigos, familia, profesores, compañeros de la vida, en el trabajo, la novia, la esposa, los hijos, papas, vecinos etc. Las reglas para los intercambios verbales son sorprendentemente duraderas.
Eres un gran conversador pero, mal oyente. Alfonso Reyes nuestro escritor y filósofo decía que “había que escribir como si habláramos y hablar como si escribiéramos”
Descubriremos las herramientas que necesitamos para conversar a niveles cósmicos.
En esta primera entrega aprenderemos de los grandes conversadores en la historia.
SIR ISAIAH BERLIN, un filósofo de Oxford nacido en Letonia que murió en 1997, bien puede haber estado entre los más grandes conversadores que jamás hayan existido. Según Robert Darnton, un historiador de Princeton, los amigos de Berlín “lo observaban como si fuera un trapecista, volando sobre todos los temas imaginables, girando, dando vueltas, colgando de sus talones y sin un toque de espectacularidad”. Darnton calculó que el único rival de Berlín en tiempos relativamente modernos podría haber sido Denis Diderot, un filósofo de la Ilustración francesa del siglo XVIII. Según un relato, la conversación de Diderot estuvo “animada por una sinceridad absoluta, sutil sin oscuridad, variada en sus formas, deslumbrante en sus vuelos de imaginación, fértil en ideas y en su capacidad de inspirar ideas en otros. Uno se dejaba llevar por él durante horas seguidas, como si se deslizara por un río fresco y límpido, cuyas orillas estaban adornadas de ricas propiedades y hermosas casas”.
Churchill fue otro magnífico conversador, quizás el más grande del siglo XX, pero a menudo un mal oyente. Virginia Woolf era dada, en palabras de un biógrafo, a “maravillosas interpretaciones en la conversación, que derivaban en fantásticas fabricaciones mientras todos se sentaban y, por así decirlo, aplaudían”. Una breve lista de los más grandes conversadores vivos en inglés probablemente incluiría a Christopher Hitchens, Sir Patrick Leigh Fermor, Sir Tom Stoppard, Studs Terkel y Gore Vidal.
Una gran brillantez, fantásticos poderes de memoria y un rápido ingenio son claramente valiosos para mantener una conversación en estos niveles cósmicos. El encanto también puede ser útil, aunque Samuel Johnson, uno de los conversadores más admirados de la Inglaterra del siglo XVIII, parecía arreglárselas sin mucho. Para aquellos con logros más modestos, pero apegados a la conversación como uno de los placeres de la vida y las habilidades necesarias, existe un animado mercado de manuales y hojas de consejos que se remonta a casi 500 años atrás, y un legado de sabiduría con una historia aún más larga. Un aspecto sorprendente del consejo es su coherencia a lo largo del tiempo, lo que sugiere que existen verdaderos aciertos y errores en la conversación, no sólo convenciones locales.
Las reglas que aprendemos de Cicerón son éstas: hablar con claridad; hablar con facilidad pero no demasiado, especialmente cuando otros quieren su turno; no interrumpas; Sé cortés; tratar con seriedad los asuntos serios y con gracia los más livianos; nunca critiques a las personas a sus espaldas; ceñirse a temas de interés general; no hables de ti mismo; y, sobre todo, nunca perder los estribos.
Felipe Bonetti.
Referencia:https://www.economist.com/special-report/2006/12/19/chattering-classes?2024/03/06.